lunes, 24 de agosto de 2015

El mar al fondo vela

Hubiera querido sentirme áspero y esencial
como los guijarros que tu devuelves ,
comidos por la sal, 
astilla fuera  del tiempo, testimonio
de una voluntad fría que no pasa .
Otro fui : hombre comedido que estudia
en si, en los demás , el bullir 
de la vida fugaz- hombre que demora 
la acción , que nadie , en fin , destruye.
Quise buscar el mal
que carcome el mundo, la leve torcedura
de una palanca que detiene
el mecanismo universal; y vi todos 
los sucesos del minuto
como prontos a desunirse de golpe.
Siguiendo el surco de un sendero tuve 
lo opuesto en el corazón , con su oferta;  y quizá
necesitaba el cuchillo que corta, 
la mente que decide y determina.
Necesitaba otros libros ,
y no tu página retumbante.
Más no lamento nada ; tu deshaces
aún los internos nudos con tu canto .
Ya tu delirio asciende hacia los astros .





Huesos de sepia y otros poemas
Extraido de Mediterraneo
Eugenio Montalé
Orbis
Foto: Akiro Takizawa

viernes, 24 de julio de 2015

El festejo que no fue

Los peones de los campos de la Patagonia argentina se habían alzado en huelga , contra los salarios cortísimos y las jornadas larguísimas , y el ejército se ocupó de restablecer el orden.
Fusilar cansa. En esta noche del 17 de Febrero de 1922, los solados , exhaustos de tanto matar, fueron al prostíbulo del puerto San Julián, a recibir su merecida recompensa.
Pero las cinco mujeres  que allí trabajaban les cerraron la puerta en las narices y los corrieron al grito de asesinos, asesinos , fuera de aquí....
Osvaldo Bayer ha guardado sus nombres. Ellas se llamaban Consuelo García. Ángela Fortunato, Amalia Rodriguez, María Juliache y Maud Foster.
Las putas . Las dignas.





Mujere
Eduardo Galeano
Siglo XXI España
foto : Cartier Bresson

miércoles, 24 de junio de 2015

Derrame

No es la persona , es la necesidad del vuelco lo que importa. No existe , en realidad , la persona en quien se vuelca la pasión, sino como receptáculo adecuado.
Lo que existe es el flujo , la llama y el flujo ardiente . Duerme en cada ser una enorme cantidad de amor que sólo pide un cauce y un lugar donde volcarse. El fuego puede dormir durante años, quedar oculto bajo la piel de tal manera que uno no lo note, o apenas por algún rastro de tristeza, insatisfacción o inquietud inmotivados. Si nada ni nadie logra despertarlo , empezará a consumirnos lentamente, comenzando por la mente y el ánimo, terminando con el cuerpo. Es preciso darle salida, hallar una puerta , un vano , un cauce.



Filosofía en los días críticos
Chantal Maillard
Pre-textos
David Ajenjo



domingo, 14 de junio de 2015

Orbita infancia

Antes de encontrarse con la verdadera Antigüedad en los museos y en los países lejanos , a veces, el niño de ciudad entra en contacto con una pequeña cantidad de mitos de segunda mano . Por ejemplo , en la casa paterna , un Apolo de bronce que señala hacia la puerta desde la mesa de escritorio del padre o, en el salón , un busto de Venus , cuyos muñones de mármol se reflejan en un turbio vidrio: extraños seres desnudos de los que no se sabe si están mirando o están apartando la mirada .



Paseos por Berlin 
Franz Hessel
Errata naturae




lunes, 1 de junio de 2015

Un Desaprendizaje

«Dentro de mí hay una batalla constante entre dos lobos» dijo un anciano cherokee a un joven miembro de su tribu. «Uno lucha con el odio y la envidia mientras que el otro lo hace armado de amor, esperanza y felicidad. Está en mí y está en ti y también está dentro de todas las personas del mundo». «¿Y cuál de los lobos ganará la pelea?» preguntó el joven; a lo que el viejo respondió: «Aquel al que alimentes».
Más allá de la filosofía new age que pueda desprenderse de una leyenda india, o de si deberíamos considerar como consejeros vitales a unos señores con plumas y que vivían en tipis hace dos siglos —la respuesta es sí—; lo cierto es que, desde que la Ilustración desterró la amenaza de la muerte y la enfermedad como castigo religioso y la sustituyó por la confianza científica, los seres humanos hemos tomado un camino de vida casi uniforme: la búsqueda de la felicidad. Seguramente no deberíamos sucumbir a la dictadura de la felicidad porque puede tener consecuencias frustrantes pero, desde luego, tampoco deberíamos hacerlo ante el imperio del cinismo y el desánimo.
Quizá no se trate de buscar la felicidad, sino de encontrarla en pequeñas cápsulas de ese concepto tan elusivo que es la diversión. Y digo elusivo porque somos nosotros mismos los que lo acabamos eludiendo. Lo postergamos para después. Después de comer, después de correr, después de trabajar, cuando estemos de vacaciones. Y así, postergando, siempre estamos preocupados. Preocupados por lo que hacemos y lo que nos espera. Por el pasado y por un futuro que nunca llega y, por tanto, nunca nos deja divertirnos. Y es que, en realidad, deberíamos hacerlo constantemente y sin propósito.


Pedro Torrijos - Jot Down Magazine
Foto: Norman Rockweill



sábado, 16 de mayo de 2015

Descifrar la tierra



- Eso que quieren ustedes no se podrá nunca ....
- ¿ Qué queremos?
- Eso de la República.
- Pero ¿ no la tenemos?
- Eso dicen , pero yo no lo creo. ¿De qué iban a vivir los pobres si no hubiese ricos?
- Pero hay ricos demasiado ricos .
- Nunca se es lo bastante rico . Y siempre habrá quien mande.



Las buenas intenciones
Max Aub
Biblioteca el Mundo
Robert Capa



domingo, 3 de mayo de 2015

10

Hemos perdido aún este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo.

He visto desde mi ventana
la fiesta del poniente en los cerros lejanos.

A veces como una moneda
se encendía un pedazo de sol entre mis manos .

Yo te recordaba con el alma apretada
de esa tristeza que tú me conoces .

Entonces , ¿dónde estabas?
Entre qué gentes?
Diciendo qué palabras?
Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste , y te siento lejana?

Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo,
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa.

Siempre , siempre te alejas en las tardes
hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.





Veinte poemas de amor y una canción desesperada
Pablo Neruda
Clasicos Castalia 
Foto: Oriol Maspons